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¡Nombre, marca e imagen! En un mundo lleno de nomenclaturas, manipuladores de ficheros y gurús de mercadeo, hemos llegado a comprender en la realidad actual que hay poder en un ¡nombre! Compramos automóviles, ropa, comida, computadoras y hasta papel higiénico, dejándonos llevar por la marca y el nombre. Le damos importancia a los nombres. Exaltamos y honramos nombres de artistas, políticos, presidentes, reyes, deportistas y demás.

No obstante, nada es más santo, más sagrado ni debe ser más honrado y respetado que el nombre de nuestro Dios todopoderoso. Jesús comenzó la oración más poderosa en toda la humanidad declarando: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

¿Qué significa santificado sea tu nombre? Quiere decir que no hay nada más santo que el nombre de Dios; santo es su nombre. No significa que hacemos santo su nombre, sino que su nombre ya es santo. Isaías dio testimonio del clamor del serafín en Isaías 6:3 (NVI): “Santo, santo, santo es el Señor todopoderoso”.

 

Cuando santificamos su nombre reconocemos que nuestro Dios no es cualquier Dios, Él es el Dios santo. En un mundo lleno de decepciones, Dios sigue siendo santo. En una cultura llena de mentiras y engaños, Dios sigue siendo santo. En un tiempo lleno de falsedades de todo tipo, Dios sigue siendo santo. En una era repleta de relativismo y confusión, Dios sigue siendo santo. En una realidad en la cual políticos, deportistas, actores de Hollywood y predicadores fallan, Dios sigue siendo santo. ¡Santo es el Señor, Dios todopoderoso! ¡Santificado sea su nombre!

Entonces, ¿cómo santificamos su nombre? Con nuestro testimonio. Verá, en Génesis nadie sabía el nombre de Dios, sólo por el nombre de aquellos que lo seguían. Esta idea revolucionaria, que transformó la historia, de que sólo hay un Dios (monoteísmo), se dio a conocer mundialmente no sólo por el nombre que lleva sino por las personas que llevan su nombre.

En otras palabras, lo conocían como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Aún hoy día, Dios se conoce por aquellos que lo siguen. Por eso es que nuestro testimonio es importante.

Su testimonio importa. Su narración importa. Como señaló una vez el pastor, autor y orador estadounidense Tony Campolo, el testimonio triunfa sobre los títulos. Faraón tenía el título, pero Moisés tenía el testimonio. Acab tenía el título, pero Elías tenía el testimonio. Nabucodonosor tenía el título, pero Sadrac, Mesac y Abed-nego tenían el testimonio. Además, ¡hace más de 2,000 años Herodes tenía el título, pero Jesús tenía el testimonio! De manera que deje que su luz alumbre; Mateo 5:16 y su nombre serán santificado.

Tiene que santificar su nombre al confiar en Él. El Salmo 9:10 dice: “En ti confiarán los que conocen tu nombre”. No podrá santificar su nombre a menos que confíe en Él. No importa lo que esté pasando, confíe en Él. Si conoce su nombre, entonces confiará en Él.

¿Por qué? Porque el nombre del Señor dice Proverbios 18:10 es “torre fuerte es el nombre de Jehová; A él correrá el justo, y será levantado”.

¿Qué está santificando? ¿Hacia dónde está corriendo? A Abraham y sus hijos, Él no le reveló su nombre completo sino que les dijo que su nombre es Dios todopoderoso (ver Éxodo 6:3). Cuando santifica su nombre al confiar en su santo nombre está corriendo hacia la todopoderosa y omnipotente presencia de Dios.

Dios todopoderoso, El Shadai, que también significa el que es del todo poderoso, del todo suficiente y el Dios que no se puede detener. Dígase: “Él ya está haciendo algo en mí y no se puede detener”.

Cuando Isaías vio al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, los ángeles dijeron santo, santo, santo es el Señor todopoderoso. Cuando Él es santificado sus fuerzas se activan a nuestro favor.

No se detiene ahí. Cuando Moisés le preguntó a Dios qué decir en caso que lo cuestionaran, dice en Éxodo 3:13-14: “Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros”.

¿Qué está santificando, en cuál nombre está confiando? ¿Hacia dónde está corriendo? YO SOY EL QUE SOY. ¿Sabe lo que eso significa dentro del contexto hebreo? Existo, no cambio y nunca me agoto.

Hermano, ¡Él vive! No cambia y nunca jamás se cansa de amarlo, no se cansa de bendecirlo, ni de cubrirlo. ¡De manera que corra a su nombre y santifíquelo!

Santifique al ir a la batalla con su nombre. Cuando un joven pastor peleó con el gigante que estaba mofándose del pueblo de Dios, el chico lo confrontó y le dijo en 1 Samuel 17:45: “Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado”.

Santifique al ir a la batalla con su nombre. Mire a los ojos a la opresión, la aflicción y las ataduras y diga: ¡Vengo en contra tuya en el nombre del Señor todopoderoso! USTED tiene un NOMBRE que le garantiza la victoria, ¡pelee! ¡Santificado sea su nombre! Salmo 124:8 dice: “ Nuestro socorro está en el nombre de Jehová, que hizo el cielo y la tierra”.

Santifique su nombre protegiendo los derechos de autor, por tanto, permítame concluir con una pregunta: ¿Le permitiría la compañía Apple a la gente usar su logo y su nombre fuera de contexto y sin permiso? Entonces, ¿por qué le permitimos a la gente que use el nombre de Dios como una palabra soez, en broma, o como improperio o blasfemia?

Santificamos su nombre al poner en práctica Éxodo 20:7: “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano”. Recuerde: ¡Proteja la marca!

—Rev. Samuel Rodríguez, presidente de la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC), la organización hispana cristiana más grande en los Estados Unidos la cual representa a más de 34,000 iglesias.

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