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Descubriendo el refugio secreto: hallar la morada en Dios

Experimentando el lugar secreto de descanso

En el Salmo 91:1, leemos: «El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente«. Aquí, Dios nos revela un espacio único, un lugar secreto donde las mujeres cristianas pueden encontrar paz y seguridad. El salmista nos recuerda en el Salmo 91:1 sobre el lugar especial que Dios tiene para cada uno de nosotros. Es un lugar donde podemos encontrar paz y seguridad, incluso en medio de las tormentas de la vida. Este lugar secreto es más que un simple escondite; es un santuario espiritual donde la presencia de Dios nos envuelve con su amor y protección.

Busco hacer mi morada en Dios

La palabra «habitar» no solo implica una visita ocasional, sino establecer nuestra morada permanente. En el Nuevo Testamento, esta idea se refuerza al decir que si permanecemos en Dios, Él cumple nuestros deseos. Habitar en Dios significa vivir vitalmente unidos a Él, confiando completamente en Su presencia y palabras.

Firmeza en Dios en todo momento

Juan 15:7 nos anima a vivir en Dios, a tener una conexión vital con Él. Necesitamos arraigarnos en Dios, comprendiendo que Él es la fuente de nuestra ayuda en cada situación. Es vital tener un lugar secreto de paz y seguridad, dependiendo completamente de Dios y confiando en Él en todo momento.

Es crucial arraigarnos firmemente en la fe, reconociendo que Dios es nuestra fuente de ayuda en todo momento. En lugar de depender en nuestras propias fuerzas, necesitamos confiar plenamente en Él y buscar refugio en Su presencia. Este lugar secreto es donde encontramos fortaleza para enfrentar los desafíos de la vida y seguridad en medio de la incertidumbre.

Explorando el lugar secreto

El salmista nos revela que aquel que habita en el lugar secreto experimentará serenidad y seguridad. Este rincón es un escondite, un refugio privado donde corremos en momentos de dolor, agobio o desesperación. Es el lugar al que recurrimos en momentos de persecución, necesidad o cuando sentimos que no podemos más.

Así como el salmista encontró consuelo en un lugar escondido de su casa, nosotros también podemos encontrar seguridad en Dios como nuestro escondite seguro. Mientras algunas personas buscan refugio en vicios o distracciones temporales, Dios nos invita a encontrar paz verdadera en Su amor incondicional. Él desea ser nuestro refugio en tiempos de necesidad y nuestro consuelo en momentos de angustia.

El escondite de Dios: nuestro refugio personal

En mi infancia, vivíamos en una casa amplia, repleta de pequeños lugares secretos. Uno de esos rincones, un banco esculpido bajo la escalera, se convirtió en mi escondite personal. Aunque no recuerdo exactamente mis pensamientos de niña, sé que era un lugar donde buscaba consuelo. Este versículo nos insta a permitir que Dios sea nuestro escondite en lugar de recurrir a sustitutos como el alcohol, las drogas o la televisión.

Cuando enfrentamos dificultades o peligros, Dios nos llama a refugiarnos bajo Su cuidado amoroso. En lugar de buscar soluciones temporales, podemos encontrar verdadera seguridad al confiar en Él. Dios nos invita a correr hacia Él en busca de consuelo y protección, sabiendo que Su amor nunca nos fallará.

Corriendo a Dios en tiempos de problemas

La expresión «El que habita al abrigo del Altísimo» nos anima a correr hacia Dios cuando enfrentamos problemas. En lugar de esconderse en el mundo, Dios quiere que busquemos refugio bajo la sombra protectora de Sus alas. En tiempos de peligro o aflicción, Él desea ser nuestro refugio seguro y consolador.

Descubrir y morar en el lugar secreto de Dios es un viaje que nos ofrece paz, seguridad y consuelo. Al hacer de Dios nuestro hogar permanente, encontramos estabilidad en medio de las incertidumbres de la vida. Corramos hacia Él y experimentemos la serenidad que proviene de habitar en el refugio secreto del Altísimo.

El lugar secreto en el corazón de Dios es donde encontramos consuelo, seguridad y paz duradera. Al hacer de Su presencia nuestro hogar, podemos enfrentar cualquier desafío con la certeza de que Él está con nosotros en todo momento. Que podamos aprender a descansar en el amor y la protección del Altísimo, encontrando en Él nuestro refugio eterno.

 

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