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El mundo hace que nos resulte relativamente fácil llenarnos los oídos con toda clase de cosas que ahogan la voz de Dios y lo alejan a Él, relegándolo más y más a un lugar secundario en nuestras vidas. Sin embargo, a cada persona le llegará un día en que lo único que le quede será Dios. Todas las otras cosas de la vida finalmente pasarán; pero cuando esto suceda, Dios seguirá estando allí.
La Palabra de Dios enseña que lo que se conoce de Dios es evidente para todos porque Él se dio a conocer en la conciencia interna de cada ser humano (ver Ro 1:19-21). Algún día, cada uno de nosotros comparecerá delante de Él para dar cuenta de su vida (ver Ro 14:12). Cuando rehusamos servir a Dios con nuestra vida, queriendo seguir nuestro propio camino, encontramos formas de tapar e ignorar ese instintivo conocimiento interno del Creador, que quiere hablarnos y guiarnos por el camino que debemos seguir.
Nada podrá satisfacer nuestro anhelo de Dios, sino la comunión y el compañerismo con Él. El profeta Isaías expresó tan bien nuestra hambre de Dios cuando escribió: «En la noche (oh, Señor) te desea mi alma, en verdad mi espíritu dentro de mí te busca con diligencia» (Is 26:9 LBLA). El apóstol Juan escribió: «Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (l Jn 2:17).
Oír a Dios es vital para poder disfrutar de su plan eterno para nuestras vidas. Pero escucharlo es nuestra decisión; nadie más puede hacerlo por nosotros. Él no nos forzará a elegir su voluntad, pero hará todo lo posible para estimularnos a aceptar sus caminos.
Dios quiere participar hasta de los mínimos detalles de nuestra vida. Su Palabra dice que debemos reconocerlo en todos nuestros caminos, y Él enderezará nuestras sendas (ver Pr 3:6). Reconocer a Dios significa interesarnos en lo que Él piensa y pedirle su opinión. El versículo 7 de Proverbios 3, dice: «No seas sabio en tu propia opinión». En otras palabras: ni siquiera se te ocurra pensar que puedes tomar las riendas de tu propia vida y gobernarla bien sin la ayuda y la dirección de Dios. A la mayoría nos toma demasiado tiempo aprender esta importante lección.
Aunque amaba sinceramente a Jesús, asistí a la iglesia durante años sin saber que Dios le habla a la gente. Yo observaba todas las reglas y fiestas religiosas, e iba a la iglesia todos los domingos. Cumplía sinceramente todo lo que por entonces sabía que debía hacer; pero no bastaba para satisfacer mi anhelo de Dios.
Aunque hubiera dedicado cada momento a la iglesia o a la Biblia, no habría logrado apagar esa sed de una profunda comunión con el Señor. Necesitaba hablarle de mi pasado y oírlo hablarme de mi futuro; pero nadie me enseñó que Dios quería hablar directamente conmigo. Tampoco nadie tenía respuesta para el sentimiento de insatisfacción que me embargaba.
Al leer la Palabra, aprendí que Dios sí desea hablarnos, y que tiene para nuestras vidas un plan que nos dirigirá hacia un lugar de paz y contentamiento. Es la voluntad de Dios que alcancemos el conocimiento de ese plan por medio de su divina guía. Esto que vaya decir podrá sonarte algo extremo, pero creo.que todavía hay muchos que se preguntan si realmente Dios le habla a la gente. Y, si lo hace, entonces sepreguntan:
• ¿Realmente está interesado Dios en dirigir nuestras vidas cada día?
• ¿De verdad Él quiere participar de los más pequeños detalles de nuestra vida?
• ¿O solamente deberíamos acudir a Dios y esperar oírlo en esas situaciones tan difíciles que no podemos resolver por nosotros mismos?
La Biblia enseña que Dios tiene un plan maravilloso para todo aquel que pone su fe en Jesucristo como el Señor de su vida. Ese plan es completo y detallado, y conducirá a una Vida abundante a todos los que sigan al Señor.
Pero estoy convencida de que sólo unos pocos alcanzan el cumplimiento del plan perfecto de Dios para sus vidas, simplemente porque la mayoría de la gente no sabe cómo oír las indicaciones de Dios para poder seguirlas. En lugar de eso, deciden seguir su propio camino.
Serían muchos más los que podrían caminar en la perfecta voluntad de Dios si tan sólo aprendieran cómo oírlo y seguir sus instrucciones. Nunca dudes en presentar a Dios las cosas que consideras pequeñas o insignificantes; en definitiva, todo es pequeño para Dios. A veces actuamos como si pensáramos que abusaríamos de Él si le pidiéramos demasiada ayuda.
Es vital saber lo que la Palabra de Dios dice acerca del papel que Él tiene en nuestras vidas, porque confirma que su divino plan está íntimamente ligado con todo lo que nos concierne.
«Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréisy me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé. dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar» (Jer 29:11-14).
Por medio de Cristo, y el poder de su Espíritu Santo, Dios quiere hablarte cada día, desarrollando una relación personal contigo; quiere guiarte paso a paso hacia las cosas buenas que tiene preparadaspara ti. Dios está interesadoaún en los detalles. ínfimos de tu vida; y hasta tiene contados los cabellos de tu cabeza (ver Mt 10:30). Le importan los deseos de tu corazón y quiere revelarte la verdad que te hará libre de toda  preocupación o temor.
Dios planeó tener comunión íntima contigo antes de que nacieras. El salmista dijo de Dios: «Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos» (Sal 139:16, LBLA).

Cómo oir a Dios, Joyce Meyer

2 Comments

  • Unknown dice:

    Gracias por el mensaje ha sido de grande bendición no sólo para mi vida, sino también para la niña que tengo a mi cargo.
    Dios bendiga sus vidas en grande manera!! <3

  • Hermosos pensamientos tan llenos de verdad, cariño y sabiduría. Dios nos anhela con todo su corazón y en especial quiere darnos su paz. Dice su palabra que Jesús lloró sobre Jerusalén: "Oh si tan sólo supieras lo que es para tu paz, y cuánto anhelo dártela; como la gallina acobija sus polluelos, pero no quisiste, no reconiciste tu hora y mataste a tus profetas"…
    Podamos escuchar su voz y volvernos a Él. ¡No le dejemos sólo nunca más!
    Bendiciones querida amiga,
    En este gozo de la dulce comunión que compartimos en Cristo, Lilian

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