De dónde viene el desaliento
Si estás atravesando el desaliento esto te es familiar
Hay veces que se siente como un viento árido y seco que sopla de algún lugar solitario. Hay algo dentro de nosotros que comienza a marchitarse… Otras veces, es como una llovizna helada, que se filtra por los poros, entumeciendo el espíritu y empañando el sendero.
Contenido de esta publicación:
El desaliento nos deja vulnerables
¿Qué tiene el desaliento que despoja la vida de su alegría y nos deja sintiéndonos vulnerables?
No sé todas las razones, ni siquiera sé la mayoría de ellas. Pero sí sé una: NO tenemos refugio.
Los refugios son difíciles de encontrar en estos días. Quiero decir, personas interesadas en escucharnos, que sepan guardar secretos. Todas necesitamos un puerto seguro que nos acoja cuando nos sintamos agotadas por la intemperie y golpeadas por la tormenta.
¿Buscas a alguien para superar el desaliento?
¿A quién acudes cuando las tormentas de la vida hacen un agujero en tus frágiles diques y te amenazan con inundar tu vida con dolor y confusión?
Necesitas a alguien que te ayude a superar el desaliento
Necesitas un refugio. Alguien que te escuche. Alguien que te comprenda.
La persona desalentada necesita un lugar firme donde afirmarse.
Yo necesito un refugio seguro donde refugiarme cuando los problemas me azotan. Déjame decirte, amiga, que he hallado el mejor de los refugios en mis tiempos de angustia.
Jesús ha estado allí cuando clamé, y aún sin que los problemas dejaran de arreciar. El me dio paz en medio de la dificultad. Por supuesto, El siempre nos escucha cuando oramos, cuánto más cuando dirigimos a Él un suspiro de dolor.
El derrama su gracia abundante y nos da paz. El sabe que no necesitas más críticas por tus errores, ni reproches que acumulen moretones sobre tus heridas. El está dispuesto a ayudarte, y a tender su mano para sacarte del pozo de la desesperación.
Confía en Jesús, El y su gracia te ayudan a estar tranquilo en medio de los problemas.