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Dios te salvó y te dio una vida santa

Una vida santa

Una vida santa

Dios nos eligió para que seamos parte de su pueblo

Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no porque lo mereciéramos sino por su amor y porque así lo planeó. Antes que el mundo comenzara, su plan era mostrarnos su bondad a través de Cristo Jesús.  2 Timoteo 1.9

En el majestuoso diseño divino, Dios, impulsado por su inmenso amor, nos redimió sin que hiciéramos nada para merecerlo. Desde antes de la creación del mundo, ya éramos amadas en Cristo Jesús. La «vida santa» se traduce en consagrar nuestro ser, colocando a Dios en el centro de nuestro corazón.

Con Jesús como nuestro guía, seguimos sus caminos, abrazamos sus consejos y vivimos bajo la luz de sus enseñanzas. La santidad implica ser apartada y seleccionada para un propósito divino. Desde el principio, Dios nos destinó a ser un pueblo santo, proporcionándonos su gracia para hacerlo posible. Si tienes dudas, levanta tus ojos hacia el Soberano, porque la vida en santidad es un regalo especialmente para ti.

Vida santa

Dios te salvó para darte una vida santa

Descubriendo la esencia de la vida santa

La «vida santa» es mucho más que un ideal inalcanzable; es una vida en la que Dios está en el centro de nuestro ser. Cuando permitimos que Jesús gobierne nuestros corazones, se vuelve natural seguir sus caminos, obedecer su Palabra y vivir conforme a sus enseñanzas.

El término «santo» implica estar apartado, escogido específicamente con un propósito divino, consagrado para llevar a cabo la voluntad de Dios. Vivir una vida santa es simplemente optar por vivir como agrada a Dios.

La gracia que hace posible una vida santa

Desde el inicio de los tiempos, Dios ha tenido este plan para nosotros. Nos ha provisto con su maravillosa gracia, esa fuerza divina que nos capacita para vivir de acuerdo con su voluntad. Es a través de su gracia que nos es posible abrazar esta vida santa que Él nos invita a llevar.

Quizás existan dudas en tu corazón sobre tu capacidad para vivir una vida santa. Pero es el momento de alzar la mirada, reconocer quién es el Soberano, y confiar en su capacidad de transformarnos. La vida santa no está fuera de tu alcance; está hecha a medida para ti, para tu transformación y crecimiento espiritual.

Abrazando la llamada a una vida santa

No estás solo en este camino hacia la santidad. Dios te salvó con un propósito, para que abraces esta vida santa con confianza y seguridad. Es un viaje de crecimiento, aprendizaje y constante transformación en el amor y la gracia de Dios.

Ten en cuenta que vivir una vida santa no es una carga imposible; es una invitación amorosa de Dios para vivir en su plenitud. Acepta su gracia, confía en su poder transformador y abraza la vida santa que Él ha diseñado especialmente para ti.

Recuerda, Dios te salvó no solo para redimirte, sino también para capacitarte para vivir una vida que refleje su amor y su voluntad.

 


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