Señor, eres mi refugio. Puedo estar segura viviendo bajo tu sombra, que me protege. Eres para mi como un castillo fortalecido, mi Dios altísimo y todopoderoso. Confío en ti.
Si hubiera trampas escondidas, y plagas mortales, me cubrirás con total seguridad. No tengo miedo, porque me defiendes como un escudo. Aunque esté en medio de una guerra, me defiendes y me cuidas. Eres fiel siempre!
Dios me promete:
«Yo lo pondré a salvo, fuera del alcance de todos, porque él me ama y me conoce. Cuando me llame, le contestaré; ¡yo mismo estaré con él! Lo libraré de la angustia y lo colmaré de honores; lo haré disfrutar de una larga vida: lo haré gozar de mi salvación!»