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Cada descripción de Dios que se hace en la Biblia, lo presenta como infinitamente amoroso y
bondadoso, cuidando tiernamente a sus hijos terrenales, y guiando los pasos de los fieles. El dice que «pueblo suyo somos, y ovejas de su prado» (Salmo 100:3). Su gran amor por nosotros le movió a enviar a su Hijo unigénito como sacrificio por nuestro pecado, para que pudiéramos escapar del castigo que merecemos. El hizo esto «porque de tal manera amó al mundo» (Juan 3:16).
El apóstol Pablo lo expresó de la siguiente manera: «Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8:38-39). Isaías nos comunicó este mensaje enviado directamente por nuestro Padre celestial: «No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con
la diestra de mi justicia» (Isaías 41:10).

¿Cómo puede, un Dios tan bueno, permitir que vivamos catástrofes, muertes de seres queridos, robos, accidentes, y cosas por el estilo?

Quienes tienen esas clases de crisis se sienten muy frustrados con Dios. Esto es cierto, muy en particular, cuando suceden cosas que parecen absurdas e inconsecuentes con lo que se les ha enseñado o han entendido. Luego, si el Señor no les rescata de las circunstancias en que están enredados, rápidamente su frustración se deteriora, convirtiéndose en ira y una sensación de haber sido abandonados. Finalmente, surge la desilusión, y el espíritu comienza a marchitarse. Piensan «Si Dios es todopoderoso y lo sabe todo, por qué dejó que algo tan terrible me ocurriera. Debe odiarme.»

Permíteme decirte que algún día la mayoría de nosotros sentiremos esa misma clase de alejamiento de Dios. ¿Por qué sucederá esto? Porque las personas que llegan a vivir lo suficiente, a la larga se enfrentarán a situaciones que no podrán comprender. Todos los seres humanos somos iguales.
Decir que siempre comprenderemos lo que Dios hace y cómo nuestro sufrimiento y nuestras desilusiones son parte de su plan, es tener un concepto equivocado de la Biblia. Tarde o temprano, la mayoría de nosotros llegaremos a encontrarnos en una situación en la que pareciera que Dios ha perdido el control, o el interés, en lo que está sucediendo. Esta idea sólo es una ilusión, pero tiene consecuencias peligrosas para nuestra salud espiritual y mental. Lo curioso del caso es que no son el dolor y el sufrimiento los que causan el mayor daño. La confusión es el factor que hace trizas la fe.

El espíritu humano es capaz de resistir una enorme cantidad de aflicciones, incluso el encontrarse ante la perspectiva de la muerte, si las circunstancias tienen sentido. 

Muchos mártires, prisioneros políticos y héroes de la guerra han ido a sus tumbas con gusto y llenos de confianza, Comprendieron el sacrificio que estaban haciendo y aceptaron lo que eso significaba en sus vidas.

Los cristianos que se sienten confundidos y desilusionados con Dios, no tienen ese consuelo. Es la ausencia de significado lo que hace que su situación sea intolerable.

Al parecer, a la mayoría de los creyentes se les permite atravesar por valles emocionales y espirituales, cuyo propósito es probar su fe en el crisol del fuego. ¿Por qué? Porque la fe ocupa el primer lugar en la lista de prioridades de Dios. El dijo que sin ella es imposible agradarle a él (Hebreos 11:6). ¿Y qué cosa es la fe? Es «la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11:1). Esta decisión de creer  cuando no se nos ha dado la prueba ni hemos recibido respuestas a nuestras preguntas es fundamental para nuestra relación con el Señor. El jamás hará nada que pueda destruir la necesidad de tener fe. En realidad, él nos guía a través de los tiempos de prueba, específicamente para cultivar esa confianza y dependencia en él (Hebreos 11:6-7).

El gran peligro en que se encuentran las personas que han experimentado esta clase de tragedia es que Satanás utilizará su dolor para hacerles creer que Dios les ha escogido como víctimas. ¡Qué trampa mortal es ésa! Cuando una persona empieza a pensar que Dios tiene antipatía hacia ella o le odia, la desmoralización no está muy lejos.

Querida/o amiga/o: si hoy estás muy afligida/o,  tu corazón está quebrantado, y te sientes desesperada/o por escuchar una palabra de estímulo, hoy te aseguro que puedes confiar en el Señor de los cielos y de la tierra. Existe seguridad y descanso en la sabiduría eterna de la Biblia. Podemos confiar en el Señor, aun cuando no entendamos lo que Él hace. Jehová, el Rey de reyes y Señor de señores, no está caminando de un lado a otro por los pasillos del cielo sin saber qué hacer acerca de los problemas que existen en tu vida. El puso los mundos en el espacio. El puede tomar en sus manos las cargas que te están agobiando. Y para comenzar, él te dice:

 «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios» 
(Salmo 46:10).

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Adaptado de «Cuando lo que Dios hace no tiene sentido», Dr. James Dobson


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