Jesús solía retirarse a lugares solitarios para orar.
—Lucas 5:16
No hay duda de que Jesús siempre oraba mucho. Él se conectaba con el Padre y valoraba tanto su tiempo de oración que se escabullía lejos de los discípulos sin decírselo para poder orar sin ser molestado durante el tiempo que necesitara hacerlo. Luego, cuando se enfrentaba a una situación—una persona ciega que venía a Él en busca de sanidad, por ejemplo—Él sabía exactamente qué hacer.
Oramos, Padre, quiero caminar en sintonía contigo. Descarga tu instrucción divina para que yo sepa por qué camino debo ir. Que tu Palabra renueve mi mente para que yo no siga el modelo de este mundo, sino a ti. Guíame por sendas de justicia. Ordena mis pasos con tu Palabra. En todas mis relaciones deja que hoy tu luz brille a través de mí. En el nombre de Jesús, amén.