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Los rasgos del guerrero y el campeón:

La dedicación detrás de la victoria

 

Somos más que vencedores

Somos más que vencedores por medio del Señor

El éxito en cualquier ámbito requiere de una combinación única de características y esfuerzos. La dedicación detrás de la victoria.

Un guerrero y un atleta olímpico tienen mucho en común, pues ambos deben estar dispuestos a sacrificar mucho para lograr sus metas.

 
Un verdadero guerrero no busca la aprobación o las alabanzas de los demás. Su verdadera recompensa son las marcas que la batalla ha dejado en su espalda, y solo aquellos que han pasado por experiencias similares las notarán y comprenderán el sacrificio que tuvo que hacer para alcanzar la victoria.
 
 
Disciplina, entrenamiento, renuncias y coraje son solo parte de los elementos necesarios que conforman su camino.

Asimismo, un campeón olímpico de atletismo no gana cada carrera. Pero si persevera y mantiene su concentración y dedicación, eventualmente alcanzará la victoria y recibirá su recompensa en forma de medallas y el lugar en el podio.

 

Ingrediente para la victoria

 
Así como los atletas y los soldados tienen entrenamiento y equipamiento para salir al combate, como mujer cristiana cuentas con un ingrediente fundamental y esa herramienta es la oración. Es muy valiosa en tu camino hacia la victoria, pues es como una sesión de terapia espiritual con Dios. Dedica un momento durante el día para hablar con Él y dile cómo te sientes. 
 
Cuando sientas miedo y cansancio, acude ante Dios en oración y detállale tus temores. Dios te escucha en manera constante, no olvides que te prometió estar contigo todos los días. A través de la oración, Dios te da la motivación para seguir luchando en la batalla de la fe.

 

El secreto de la dedicación

Así como los campeones olímpicos abrazan en su medalla todos los años de esforzado entrenamiento, sigamos su ejemplo en nuestras propias luchas y metas, pues el éxito no llega fácilmente, pero con suficiente esfuerzo y dedicación, cualquiera puede alcanzarlo.

 

Persevera en la oración. Persevera en la fe. Persevera en tu intimidad con el Señor. Y prepárate, pues tienes asegurada la victoria.

 

 

 
 


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