Tienes una posición privilegiada,
eres hija del Rey, del Único y Verdadero.
Cómo hija de Dios, tienes privilegios admirables. Uno de ellos es súper útil para defenderte, y lo conocemos como la armadura de Dios.
- La cintura de la verdad: representa la necesidad de tener una relación correcta con la verdad de Dios.
- La coraza de justicia: simboliza la protección contra el pecado y la necesidad de actuar con justicia.
- El calzado de la paz: representa la necesidad de tener paz interior y externa, y caminar en la luz de Dios.
- El escudo de la fe: simboliza la protección contra las dudas y tentaciones, y la necesidad de tener una fe fuerte y constante en Dios.
- El casco de la salvación: representa la protección contra las mentiras del diablo y la necesidad de estar seguros de nuestra salvación en Cristo.
- La espada del Espíritu: simboliza la necesidad de tener el poder del Espíritu Santo para resistir las tentaciones y ataques del diablo.
Ese lugar te pertenece, y debes defenderlo, estar alerta y ser persistente en tu comunicación con el Creador. Dios te da los elementos para defenderte y también, uno de ataque.
No seas una víctima. Toma las riendas y cambia tu destino. Sé proactiva y decisiva poniendo por obra la Palabra de Dios en tu vida.
Padre, hay más para mí de lo que se ve a simple vista. Me pusiste encima y no debajo, por cabeza y no por cola, y no viviré por debajo de mi potencial. En el nombre de Jesús, destruyo todo pensamiento limitante que se haya arraigado en mi mente. Tomo autoridad sobre toda actividad que pretenda alterar mi destino. Rompo toda clase de atadura: emocional, psicológica, financiera y espiritual. No permitiré que el miedo me aleje de mi destino. Te ruego me permitas hacer todas las obras para las que tú me creaste. Padre, redime el tiempo que el saltón se comió. Permite que todos los dones y el llamado que has depositado dentro de mí se manifiesten en el momento exacto. En el nombre de Jesús, amén.