Todos pensamos en los demás. Mientras andamos en nuestro día, las personas de nuestro entorno se cruzan por nuestra mente.
Un excelente consejo que escuché una vez, en medio de una clase fue «Nunca pienses mal de la gente. Dales una oportunidad«. Antes de juzgar a las personas con el pensamiento, no hacer juicios sino esperar hasta conocer los verdaderos motivos por los cuales tal vez no ha sido la mejor actitud la que ha tenido. Realmente ha sido un consejo que atesoré, y que me ayuda en especial cuando alguien actúa mal u ofensivamente hacia mi.
Entre mis pensamientos más apreciados, está el pensar en mi esposo, mis hijos (tengo 6, 3 propios y sus cónyuges), en mi familia más allá de mi casa, mis amistades… y doy gracias a Dios por cada uno de ellos.
Pensar en los demás puede traer alegrías y tristezas, nostalgia y recuerdos de felicidad. En todos los casos, ejercitarme en pensar en todo lo bueno, en todo lo puro, todo lo que es de buen nombre, todo lo que es de edificación aplicándolo a las personas me ha resultado una práctica excelente. Es bendecir a otros con el pensamiento, abrazarlos a la distancia, interceder por su bienestar.
Que puedas enfocarte en «pensar bien» de los demás, y dar gracias a Dios por ellos, del mismo modo que el Señor tu Padre piensa bien de ti.
Pat