Jesús vino para darte vida en abundancia
El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
Contenido de esta publicación:
Caminando en la abundancia de Dios
En nuestro caminar por la vida, a menudo pronunciamos las palabras: «Sé que debo cuidarme, Señor». Como mujeres de fe, comprendemos que nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y en ese entendimiento, reconocemos la importancia de cuidarnos física, emocional y espiritualmente.
Visión de una médica
En la práctica médica, a veces escucho esas mismas palabras de nuestros labios al menos dos veces al día. La vida en un área rural nos presenta desafíos únicos, y observamos a aquellos que enfrentan dolores y enfermedades crónicas, consecuencias de hábitos como el consumo excesivo de alimentos, el tabaquismo, la falta de ejercicio o una combinación de los tres.
No es ajeno a nosotras las médicas el ver a personas que, a pesar de nuestras recomendaciones, continúan en un camino que deteriora su salud. Es desolador presenciar cómo la mayoría de los pacientes con enfermedades crónicas ven empeorar su condición con el tiempo. Ansiando alivio, buscan tratamiento para los síntomas, pero a menudo descuidan la raíz del problema.
Al igual que los pacientes que ignoran las causas de sus dolencias, a veces nosotras, como creyentes, podemos pasar por alto las ofertas amorosas de Dios. A pesar del sacrificio de Jesús, a veces nos preguntamos por qué experimentamos dolor. Es en esos momentos de desconexión que el corazón de Dios se entristece, anhelando que volvamos a Él, reconociendo Su amor y cuidado constante.
Visión de una mujer de fe
Como mujeres de fe, reflexionamos sobre cómo Dios, en su amor y misericordia, se relaciona con nosotros de manera similar. A pesar del sacrificio redentor de Jesús y los continuos esfuerzos de Dios por alcanzarnos, a menudo ignoramos Su oferta de sanidad y nos preguntamos por qué experimentamos dolor y aflicción.
Sin embargo, en esos momentos de introspección, recordamos que cuando decidimos vivir de acuerdo con los principios divinos, experimentamos la plenitud que solo Dios puede ofrecer. Nos deleitamos en la gracia que nos restaura y nos guía hacia un camino de sanidad integral.
Visión de Dios
Como la médica que se regocija al ver a un paciente realizar los cambios necesarios para su curación, así también Dios se regocija cuando decidimos abrazar Su amor y vivir conforme a Su voluntad. La tristeza que experimenta cuando nos alejamos de Su camino se transforma en gozo profundo cuando nos volvemos a Él.
Experimenta la vida en abundancia
Hermanas, al igual que cuidamos nuestro cuerpo físico, cuidemos también nuestro ser interior. Que nuestra fe sea un faro que ilumine nuestro camino, recordándonos que cada decisión, cada elección, tiene un impacto en nuestra salud espiritual. Busquemos la plenitud en Dios, reconociendo que Él es el único que puede sanar nuestras heridas más profundas y restaurarnos por completo.
En la medida en que nos entregamos a Dios, experimentamos Su gozo en nuestras vidas. Que nuestras acciones reflejen la gratitud por el sacrificio de Jesús, y que, al vivir en obediencia, seamos testimonio vivo de la plenitud que solo encontramos en Él.
Que el Espíritu Santo nos guíe en este viaje hacia la vida en abundancia en Dios, y que en cada paso, experimentemos el gozo que proviene de vivir una vida centrada en Cristo.
En el nombre poderoso de Jesús, amén.
Oh Dios, eres el gran médico. Gracias por el amor y la sanidad que nos das gratuitamente. Muéstranos como ser tus manos alcanzando a quienes necesitan ayuda. Por Jesús. Amén.