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Juan 1:1-18 es uno de esos pasajes en los que debemos meditar en estos días en que el mundo “celebra” sin entendimiento el nacimiento del Señor Jesucristo. Espero que este excelente y esclarecedor mensaje de John Piper pueda ser de gran ayuda para muchos. Juan 1:1-18

“En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. 2 El estaba en el principio con Dios. 3 Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.

6 Vino al mundo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan. 7 Este vino como testigo, para testificar de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. 8 No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. 9 Existía la luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre. 10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no le conoció.

11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, 13 que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios. 14 Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

15 Juan dio testimonio de Él y clamó, diciendo: Este era del que yo decía: “El que viene después de mí, es antes de mí, porque era primero que yo.” 16 Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia. 17 Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo. 18 Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer.”

En la primavera de 1974 me encontraba terminando mis estudios en Alemania. Mi profesor había fallecido y para ocupar su lugar en uno de los cursos vino desde Basilea a Múnich un gran erudito del Nuevo Testamento llamado Oscar Cullmann, quien debía impartir las clases sobre el Evangelio de Juan. Tal como lo recuerdo, en las primeras 13 semanas de ese trimestre de un total de 18 semanas, llegamos a trabajar solo los 14 primeros versículos del libro de Juan. Así es como son de intensos estos versículos.

He escogido este texto con cierto temor de que no le haría justicia al dedicarle un solo sermón. Pero lo escogí por dos razones. Una es que este es un maravilloso pasaje de Navidad. El versículo clave, donde vemos su orientación hacia la Navidad es el versículo 14: “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”. Este es el significado de la Navidad. Dios ha venido al mundo, nacido de virgen, en la persona de Jesucristo. La segunda razón por la que escogí el texto es que está lleno de dogmas especiales sobre Jesucristo que debemos conocer y comprender.
Esto es especialmente importante hoy en día puesto que, como dije en mi recibimiento, hasta las religiones mundiales mayoritarias no cristianas aparentan como si apreciaran y honraran, y en cierta forma creyeran en Jesús.
Lo podéis escuchar dicho por líderes musulmanes que pretenden llamar la atención sobre el hecho de que ellos honran más a Jesús que nosotros puesto que no creen que Dios le hubiera permitido que padeciera la ignominiosa muerte de un criminal en la cruz. De modo que es muy importante que los cristianos conozcan muy bien a Jesucristo y puedan ver la diferencia entre el Cristo de la Biblia y el Cristo que dicen honrar las otras religiones.

Por ello, lo que pretendo con este gran párrafo acerca de Jesucristo, escrito por el apóstol Juan, que le conoció en la tierra más íntimamente que nadie, es mostrar, explicar y recrearme en cinco dogmas acerca del Verbo hecho carne, y luego comparar dos respuestas radicalmente diferentes que podéis dar en esta mañana. Lo que intento es que lo veáis como lo que es, y que os motive a recibirle como vuestro Dios y Señor, y como vuestro más extraordinario tesoro. Y si ya le habéis recibido, os ruego que le comprendáis, le valoréis y os deleitéis en él; que le sigáis y le exterioricéis ahora más que nunca.

Así que empecemos con los cinco dogmas sobre el pasaje del “Verbo hecho carne”

El nombre del Verbo hecho carne en la tierra es Jesucristo.

Versículo 17: “Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo“.
El nombre que el ángel del Señor le dijo a José que debía poner al niño fue Jesús porque significa “salvador”. “Se le apareció en sueños un ángel del Señor, diciendo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo. Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados”.
Cristo era el título dado al largamente esperado rey de los judíos, que guiaría a su pueblo a la victoria y que llevaría el peso del gobierno del mundo sobre sus espaldas. Cuando Andrés le contó a su hermano Pedro que había visto a Jesús, este dijo (Juan 1:41): “Hemos hallado al Mesías (que traducido quiere decir, Cristo).”

Así pues, la persona de la que hablamos en estos versículos se conoce en la Biblia y en todo el mundo como “Jesucristo.” Y cada nombre lleva consigo un enorme significado: Él es Salvador y Rey.

El Verbo hecho carne existía como Dios y con Dios antes de que hubiese nacido como hombre en la tierra. Versículo 1: ” En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”.

Siempre han existido grupos sectarios reacios a ver el misterio implícito en estas dos frases: “El Verbo estaba con Dios”, y “el Verbo era Dios”. En su sometimiento a los conceptos puramente humanos dicen que no puede ser de las dos formas. O era Dios, o estaba con Dios. Si estaba con Dios no era Dios. Y si era Dios no estaba con Dios. Por tanto, para huir de la verdad de estas dos frases, a veces cambian la traducción (tal como hacen los Testigos de Jehová) de forma que diga: “El Verbo estaba con Dios, y el Verbo era un dios”. Pero existen buenas razones, tanto gramaticales como contextuales en otras partes del evangelio de Juan y de otros libros de la Biblia, para explicar el por qué la iglesia cristiana nunca ha aceptado estas enseñanzas como verdaderas y ortodoxas.

Lo que se enseña en el versículo es que al que conocemos como Jesucristo antes de que fuera hecho carne, era Dios, y que el Padre también era Dios. Hay dos personas y un Dios. Esto forma parte de la verdad que conocemos como Trinidad. Es por esto que veneramos a Jesucristo y decimos como dice Tomás en Juan 20:28: “Señor mío y Dios mío”.

Antes de que se convirtiera en carne, Juan le llamó “El Verbo” Juan 1:1: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”.

¿Por qué se le llamaba “El Verbo”? Una forma de responder a esto es reflexionar acerca de cómo se le podría haber llamado, y porqué esto habría sido insuficiente comparado con “El Verbo”. Por ejemplo, podría habérsele llamado “El hecho”. “En el principio existía el hecho, y el hecho estaba con Dios, y el hecho era Dios”.
Una de las diferencias entre el hecho y el Verbo, es que el primero es más ambiguo. Si pensamos que a veces nuestras palabras son confusas y están sujetas a diversas interpretaciones, nuestros hechos son aun más confusos y ambiguos. Es por ello que a menudo nos explicamos mediante palabras. Las palabras plasman el significado de lo que hacemos con más claridad que los mismos hechos. Dios realizó grandes hazañas en la historia, pero le dio cierta prioridad al Verbo. Una de las razones, creo yo, es que le otorga un alto valor a la claridad y a la comunicación.
Otro ejemplo podría ser que Juan le hubiese llamado “El Pensamiento”. “En el principio existía el Pensamiento, y el Pensamiento estaba con Dios, y el Pensamiento era Dios”. Pero una de las diferencias entre el pensamiento y la palabra radica en que generalmente imaginamos la palabra saliendo del que piensa con el propósito de establecer una comunicación. Creo que Juan quería que imagináramos que el Hijo de Dios existe tanto para la comunicación entre Él y el Padre, como para figurar en la historia como la comunicación de Dios con nosotros.

El tercer ejemplo es si Juan le hubiese llamado “el Sentimiento”. “En el principio existía el Sentimiento, y el Sentimiento estaba con Dios, y el Sentimiento era Dios” Pero, una vez más, yo diría que los sentimientos no conllevan un concepto, intención o significado claro. Los sentimientos, al igual que los hechos, son ambiguos y necesitan explicación mediante las palabras.

Así que me parece que cuando Juan llama a Jesús “el Verbo”, lo que hace es enfatizar el hecho de que la misma existencia del hijo de Dios es por el bien de la comunicación. Antes que nada, él existe y ha existido desde siempre por el bien de la comunicación con el Padre. Y en segundo lugar, pero tremendamente importante, el Hijo de Dios se convirtió para nosotros en comunicación divina. En resumen, podríamos decir que llamar a Jesús “el Verbo” significa que Él es “Dios expresándose”

Todo lo que no es Dios fue creado mediante el Verbo Juan 1:3: “Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

Existen al menos dos motivos para que Juan haga esta afirmación acerca del Verbo. Una es que subraya que Él es Dios. Cuando pensamos en Dios, inmediatamente pensamos en el Creador. Dios es el origen y la explicación de todo, excepto de sí mismo. Así que cuando Juan dice “Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”, lo que quiere decir es que Él es Dios y que no fue creado.
El otro motivo aparece en el versículo 10: “En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no le conoció”. En este punto al parecer se subraya la gravedad de la culpabilidad ciega y la enormidad de la maldad del mundo al rechazar a Jesús. Él viene a nosotros como nuestro Hacedor, y el mundo aún no le recibe.

¿Entonces, que hemos visto hasta ahora acerca del Verbo hecho carne? 1) Él es Jesucristo, Salvador y Rey ungido. 2) Él es Dios, la segunda persona de la Trinidad. 3) Él es el Verbo, Dios en comunicación, Dios expresándose. 4) Él es el Creador de todas las cosas.

El Verbo hecho carne tiene vida propia, y esa vida se convierte en la luz de los hombres. Juan 1:4: “En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.

Toda la vida se origina en el Verbo. Esto es obvio porque, como ya hemos visto, Él es el Creador de todas las cosas. Pero, probablemente en este caso, el foco está en la vida espiritual. Dicho de otro modo, existen dos problemas abrumadores que los humanos debemos enfrentar: estamos espiritualmente muertos, y por tanto espiritualmente ciegos. Juan nos dice: Jesús es el remedio para estos dos problemas: Él tiene la vida que necesitamos, y esta vida se convierte en la Luz que precisamos.
Juan 5:21 dice: “El Hijo también da vida a los que El quiere”. En otras palabras, espiritualmente hace por nosotros lo que hizo por Lázaro tras su muerte, cuando ante su tumba le ordenó: “Lázaro, ven fuera” (Juan 11:43).
¿Y cómo se relaciona esa vida que nos da Jesús con la luz? De dos formas. Una, es la que permite que veamos. Cuando a los muertos se les devuelve la vida, ellos ven. O, cambiando de imagen, cuando nacéis, veis. Lo mismo pasa espiritualmente. Jesús le dijo a Nicodemo: “En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Así pues, Jesús primero da la vida, y luego esa vida se convierte en luz, en la capacidad de ver la realidad espiritual.
El otro modo, en el que la vida que da Jesús se relaciona con la luz, no es que os permita ver, sino que la Luz que vemos es Jesús mismo. ¿Después de todo, ¿en qué consiste nuestra ceguera cuando no somos creyentes? Estamos ciegos a la verdad, la belleza y la valía (la gloria) de Jesús. Así que cuando Juan dice: “En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”, lo que probablemente quiera decir es que Jesucristo, el Verbo hecho carne, es tanto el poder para ver el esplendor espiritual como el esplendor que se ve.
Eso es lo que dice el versículo 14: “El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria“. Y es por eso por lo que Jesús oró en Juan 17:24: “Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria”. Y era eso lo que afirmaba, cuando decía en dos ocasiones: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12; 9:5). Así que el Verbo hecho carne tiene vida propia y esa vida se convierte en la luz del mundo. Él es el poder para ver y el esplendor que se ve.

 

Resumiendo, ¿Cuáles son los cinco dogmas que hemos visto acerca del Verbo hecho carne?

Él es Jesucristo después de haber sido hecho carne. Salvador y Rey ungido de todos nosotros.
Él es Dios: Era con Dios y era Dios.
Fue llamado el Verbo: Dios en comunicación, Dios expresándose.
Él es el Creador: todas las cosas fueron hechas por medio de Él, pero Él no fue hecho.
Él es la vida y la luz: el poder vivo para ver y el esplendor gratificante que vemos. ¿Finalmente, cuales son las respuestas que podéis dar a todas estas revelaciones acerca de Jesucristo, el Verbo hecho carne?
Una respuesta: No le conozco y no le recibo

Una se describe en los versículos 10-11: “En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no le conoció”. (11) A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Podéis escuchar esto y decir: “No le conozco y no le recibo”. Esto es algo espantoso dicho acerca de vuestro Hacedor, de vuestra vida y de vuestra Luz. Como mínimo os pido que no lo digáis a la ligera esta Navidad.
Otra respuesta podría ser: Le conozco y le recibo.

La otra respuesta se encuentra en los versículos 12-13, “Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, 13 que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios”. Esta es la respuesta por la que oro esta mañana. Recibid este maravilloso Verbo hecho carne. Recibidlo como Salvador, Rey, Dios, Verbo, Creador, Vida y Luz. ¡Y todo aquello que Dios sea para vosotros en Él!

La Navidad es como si Dios enviara a su Hijo al mundo para que encontrara a todos los Bin Laden escondidos en cavernas de oscuridad y muerte. En lugar de lanzar llamas hacia el interior de las cuevas, primero se detiene a la entrada de estas y dice: “Ven a la luz, porque he muerto en la cruz por los pecadores; si me recibís como vuestro Dios, vuestro Sustituto y vuestro Tesoro, mi muerte contará como la vuestra y mi rectitud contará como vuestra rectitud, y tendréis vida eterna”.

© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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