Claves del ayuno
Un camino para la mujer cristiana
Sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad. Hebreos 11.6
Descubre tu recompensa en Dios
Sabemos que Dios premia a los que lo buscan con dedicación. Esto significa que, al buscarlo, ya estamos en el camino de recibir sus bendiciones.
El pasaje bíblico nos recuerda que Dios es galardonador de aquellos que le buscan con diligencia. Este versículo nos asegura que, al buscar a Dios, encontraremos recompensas celestiales. Sin embargo, a menudo malinterpretamos este mensaje, pensando que debemos encontrar a Dios para recibir nuestras recompensas.
No necesitas encontrar a Dios para ser recompensada; al buscarlo, ya estás en el camino correcto. Recuerda que Dios está contigo en todo momento, especialmente cuando enfrentas tentaciones. Mantén tu fe firme y recuerda que estás más cerca de recibir las bendiciones que Dios tiene preparadas para ti de lo que piensas.
Dios está con nosotras en cada paso del camino, incluso cuando nos enfrentamos a la tentación. Mantengamos nuestra fe firme y recordemos que ya estamos a medio camino hacia la bendición que Dios tiene preparada para nosotras.
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Mantén equilibrio vertical en un mundo horizontal
Vivimos en una sociedad que valora las conexiones horizontales entre personas. Es importante recordar la importancia de nuestra conexión vertical con Dios en medio de estas relaciones terrenales. Aunque es natural buscar amistades y comunidad, no debemos olvidar nuestra relación con Dios. Evita caer en la trampa de enfocarte únicamente en tus necesidades terrenales. Recuerda que, además de buscar relaciones horizontales, necesitas mantener una conexión vertical con Dios.
La Iglesia a menudo se ve influenciada por esta mentalidad centrada en el yo, pero recordemos que la cruz tiene dos brazos: uno horizontal y otro vertical. Mantengamos un equilibrio saludable entre nuestras necesidades terrenales y nuestra conexión con Dios.
Experimenta el poder transformador del ayuno
El ayuno es una herramienta poderosa para alinear nuestras prioridades con las de Dios, similar a lo que hizo Jesús al limpiar el templo. Al ayunar, colocamos a Dios en primer lugar y buscamos su voluntad por encima de nuestras necesidades y deseos personales. Aunque es válido tener objetivos específicos durante el ayuno, el verdadero deseo de nuestro corazón debería ser «Más de ti, Dios, y menos de mí». Al priorizar al Espíritu Santo, experimentamos un cambio transformador en nuestras mentes, emociones y cuerpos.
Vive el principio de las primicias: ordena tu vida
El principio bíblico de las primicias nos enseña que lo que ponemos primero en nuestras vidas afectará todo lo demás. Al priorizar nuestro espíritu sobre nuestras necesidades terrenales, nos enfocamos en servir a las cosas del Espíritu Santo en lugar de nuestros deseos carnales. Esto conduce a una vida guiada por el Espíritu, donde nuestras acciones y decisiones reflejan su voluntad. Al vivir según el Espíritu, experimentamos una vida abundante y victoriosa.
Si bien es válido tener objetivos y peticiones específicas durante el ayuno, el verdadero clamor de nuestro corazón debería ser «Más de ti, Dios, y menos de mí». Al poner al Espíritu Santo en primer lugar, nuestras vidas se alinean con su dirección, y experimentamos un cambio transformador en nuestras mentes, emociones y cuerpos.
Busca a Dios con determinación
El ayuno no solo nos ayuda a buscar a Dios con dedicación, sino que también nos lleva a alinear nuestras vidas con sus deseos y propósitos. Al sumergirnos en este acto espiritual, recordemos buscar una conexión vertical con Dios por encima de nuestras conexiones horizontales terrenales. Al poner a Dios en primer lugar, experimentaremos su recompensa y viviremos una vida transformada por su Espíritu. Cada día, comprometámonos más a buscar a Dios con determinación, sabiendo que Él nos recompensará abundantemente.