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Ordena tu vida: Poniendo en orden tu hogar y tu alma

Por 5 minutos de lectura

Mujer de fe: ordena tu vida espiritual

Ordena tu vida

Ordena tu vida

Prioridades divinas: ordena tu vida, tu hogar y tu alma

Bienvenida a un viaje de reflexión y acción, diseñado especialmente para ti, mujer de fe. En medio de las responsabilidades diarias, a menudo olvidamos la importancia de ordenar nuestra casa espiritual.

«Ordena tu casa, porque tú morirás, y no vivirás» nos recuerda Isaías 38:1. Estas palabras, dirigidas a un rey antiguo, resuenan en nuestros corazones como un llamado a priorizar lo eterno sobre lo terrenal. Dios te dice ordena tu vida. Imagina si solo tuvieras un año, un mes o incluso un día de vida.

La llamada a la acción espiritual

¿Cómo organizarías tus prioridades? Este artículo explora la urgencia de poner en orden no solo nuestros asuntos cotidianos sino, lo más crucial, nuestro destino eterno en Cristo. Descubre cómo, en medio de las incertidumbres, puedes encontrar seguridad para tu viaje eterno y vivir con confianza y paz. ¡Es hora de ordenar tu hogar y tu alma con propósito y fe!

Prioridades en perspectiva eterna: Ordena tu vida

Imagina si Dios nos revelara que solo tenemos un año de vida. ¿Cómo priorizaríamos nuestras acciones? Algunas se ocuparían de asegurar el bienestar económico de sus familias, mientras otras se esforzarían por resolver conflictos pendientes y sanar relaciones fracturadas si nos quedara solo un mes de tiempo.

Y si se nos dijera que tenemos un solo día de vida, sin duda, abrazaríamos a nuestros seres queridos y les expresaríamos nuestro amor de la manera más profunda posible.

La importancia del destino eterno

Pero en medio de todo este afán por dejar las cosas en orden, ¿qué pasa con nuestro destino eterno? A menudo descuidamos esta parte esencial de nuestra vida, centradas en los asuntos terrenales y olvidando lo trascendental.

La seguridad en Cristo

Porque nada trajimos a este mundo, y nada podremos llevarnos. 1 Timoteo 6:7 nos recuerda que nada trajimos a este mundo, y nada podremos llevarnos. Sin embargo, en Cristo encontramos la seguridad para nuestro viaje eterno. Él es nuestro boleto a la vida eterna.

Un llamado a la acción espiritual: Ordena tu vida

Querida amiga, en Cristo encontramos la verdadera paz y seguridad para nuestro destino eterno. No podemos saber cuándo Dios nos llamará de este mundo, pero sí podemos estar preparadas. Si aún no has puesto en orden tu vida espiritual, te animo a hacerlo hoy.

El perdón y la transformación en Cristo

Cristo quiere perdonar tus pecados y transformar tu corazón, para que puedas estar segura de tu destino eterno. Haz de Él tu prioridad, y tendrás tu boleto asegurado para las mansiones eternas como hija de Dios.

La importancia de la perspectiva eterna

Mateo 16:26 dice ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma ? ¿Hay algo que valga más que tu alma? Este pasaje nos recuerda que de nada sirve ganar el mundo entero si perdemos nuestra alma. Ordena tu hogar, sí, pero más importante aún, ordena tu vida espiritual en Cristo, para que puedas enfrentar el futuro con confianza y paz.

En Cristo encontramos la seguridad

En el viaje de la vida, el destino eterno es la meta más importante que podemos alcanzar. A medida que reflexionamos sobre la urgencia de ordenar nuestra casa espiritual, recordemos que en Cristo encontramos la seguridad para nuestro viaje eterno. Él nos ofrece perdón, transformación y un boleto asegurado hacia las mansiones eternas como hijos e hijas de Dios.

Por lo tanto, mujer de fe, te animo a que, mientras ordenas tu hogar terrenal, también priorices tu relación con Dios. Dedica tiempo diario a la oración, la lectura de la Biblia y la comunión con otros creyentes. Permite que Cristo guíe cada aspecto de tu vida, desde las relaciones hasta las decisiones financieras, sabiendo que Él tiene el control y que su amor y gracia son inagotables.

Al vivir con un enfoque eterno, experimentaremos una paz que trasciende cualquier circunstancia terrenal. Que nuestras vidas reflejen la verdad de que, aunque no sabemos cuándo será nuestro último día en la tierra, estamos seguras en la esperanza de la vida eterna en Cristo.

Así que, mujer de fe, ¡sigamos adelante con valentía, confiando en la promesa de un futuro glorioso que nos espera en la presencia de nuestro Salvador!

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