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Yo no soy buena con los rompecabezas, especialmente con aquellos de 5,000 piezas para los que casi se necesita un microscopio para distinguir las piezas. De hecho, no me gusta ningún tipo de acertijo, ni sopa de letras, ni los cubos de Rubik, crucigramas o rompecabezas; nada de eso. He intentado jugarlos todos, pero sinceramente, todos se me dificultan. Por supuesto, intento resolver cada nuevo acertijo con una expectativa y fervor determinados, pero todos los intentos resultan en lo mismo. Tomo cada pieza del rompecabezas, o el papel y lápiz, lista para conquistar el juego con mi estrategia en mente, pero siempre sucede lo mismo. Ya sea que no lo puedo resolver en lo absoluto o que me toma siglos terminarlo y normalmente le pierdo el interés.

Creo que mi problema es que me esfuerzo demasiado. Miro y examino cada pieza a detalle. Simplemente observo las piezas del rompecabezas e intento ver dónde encajarían mejor. Las miro una y otra vez comparando el dibujo y las formas. De pronto, ¡sucede! Llega mi momento de revelación. Tomo la pieza y la coloco con emoción en el espacio donde sé que encajará. ¿Qué? ¿No encaja? Sí, eso me sucede a la hora de armar rompecabezas. Entre más intento, peor me siento al no poder resolverlo.

Mi esposo y mi hijo menor, por supuesto, son maestros de los rompecabezas por naturaleza. A decir verdad, eso me frustra. Ya conoce la escena familiar: hacemos palomitas de maíz, servimos refresco, extendemos las piezas sobre la mesa y nos sentamos alrededor. Pieza tras pieza, ellos las colocan en su lugar. Yo busco y busco durante tanto tiempo que cuando finalmente puedo colocar una pieza, la familia, al sentir mi desesperación, me colma de comentarios de ánimo. Incluso


me han tratado de enseñar a resolver los rompecabezas cuando comienzan a sentirse mal de ver que no puedo encontrar una pieza que encaje. Sí, ¡ellos dejan de armar su parte del rompecabezas y comienzan a ayudarme! Pero no funciona. Podemos decir que no soy una persona de rompecabezas.

Creo que lo que hace que los rompecabezas sean tan difíciles para mí es que en mi mente los concibo como algo demasiado complicado y quiero terminarlos en poco tiempo. Me preparo, pienso en un plan y una estrategia, miro el juego con la determinación de conquistarlo más rápidamente que todos los demás, pero termino batallando. Al final, dejo que otra persona lo arme, de manera que pueda ver el proyecto concluido y asombrarme del logro una vez terminado. Quiero verlo terminado e ignorar los pasos intermedios. Me gusta disfrutar el magnífico y glorioso momento, y deseo que suceda en un instante.

Creo que esa es la manera en que muchas personas ven la voluntad y el plan de Dios para su vida. En su mente lo conciben como algo muy difícil y como consecuencia no desean realizarlo o simplemente comienzan a llevarlo a cabo con gran escepticismo. Desean ver el resultado sin ver el proceso. Sinceramente, la voluntad de Dios en nuestra vida es como un rompecabezas.

Efesios 5:17 dice: “Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. A primera vista, podemos pensar que este versículo dice que más nos vale conocer la voluntad de Dios a la perfección y recitarla literalmente, asumiendo que eso es lo que significa “entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. En realidad, la palabra entendidos en este versículo, según la Concordancia Strong, significa “armar”. Básicamente indica que “armamos” nuestra capacidad de comprender o entender pieza por pieza. Lo que debemos ver es que armar algo conlleva un proceso, y lo mismo sucede al querer averiguar la voluntad de Dios. Normalmente no es un suceso momentáneo, sino algo que se desarrolla con el tiempo, paso a paso.

¿Alguna vez ha comprado un mueble armable? No vemos el producto final en un solo paso. ¡Debemos seguir varios pasos y algunas veces esos pasos incluyen pruebas de ensayo y error! El empaque a menudo incluye instrucciones laboriosas que no parecen ser claras a primera vista. Pero tomamos las piezas, las volvemos a dejar en la mesa y leemos las instrucciones una y otra vez. Examinamos los diagramas. Algunas veces cometemos errores y tenemos que retroceder algunos pasos. Con toda seguridad alguno de los pasos lo tenemos que resolver a ensayo y error, pero si continuamos, finalmente obtenemos el producto terminado.

La Biblia es sumamente clara en este punto, como dice el conocido versículo de Salmos 37:23–24: “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, Y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, Porque Jehová sostiene su mano”.

Observe que dice pasos. Si deseamos tener la dirección divina en nuestra vida debemos estar dispuestos a aceptar el hecho de que eso se dará en el proceso de dar pasos individuales, en los cuales puede ser que no veamos el panorama general. Posiblemente sintamos que faltan algunas piezas. Entonces, cuando finalmente estén colocadas todas las piezas, veremos más claramente el plan de Dios.

De manera que cuando la Biblia nos advierte que no seamos insensatos, sino entendido de cuál sea la voluntad de Dios, quiere decir que necesitamos ser lo suficientemente sabios para unir las piezas del rompecabezas, hasta que todo quede claro.

Algunas veces tenemos la idea de que todo el tiempo deberíamos poder reconocer instantáneamente la voluntad de Dios en cada movimiento que hagamos y determinar nuestro plan de vida para los siguientes cinco años. Los predicadores sienten esta presión en especial, porque todo mundo espera que puedan escuchar la voz de Dios con respecto a todo sin problemas.

Seguramente, a menudo vemos algunas imágenes básicas del plan futuro de Dios de esta manera. Sin embargo, el Señor está utilizando los momentos en los que pensamos que nos hemos desviado, con el fin de hacernos quienes debemos ser. Algunas veces Dios nos esconde algunas partes del plan para que avancemos en fe y confiemos en Él. Eso quiere decir que no debemos sentirnos presionados para explicarles a todos en qué paso de la voluntad de Dios estamos.

La verdad es que algunas veces simplemente no lo sabemos. Sin embargo, lo cierto es que algunas veces no necesitamos saber y, si vamos todavía más lejos, ¡algunas veces no deseamos saberlo! Dios no nos lo dirá todo, porque si lo hiciera, no podríamos manejarlo. Observe que cuando pensamos que la “pieza” que necesitamos está perdida, podemos no darnos cuenta de que el poder del Espíritu Santo la está colocando frente a nosotros y que la estamos siguiendo sin darnos cuenta.

Conocer la voluntad de Dios, ya sea en el panorama general de su vida o en una situación o decisión específica, se facilita cuando comprendemos que Dios opera paso a paso y que Él permite que muchas cosas continúen siendo un misterio mientras caminamos en ellas por fe.

Cuando el Señor profetizó la primera vez acerca de la llegada del Mesías, en el huerto del Edén, en Génesis 3:15, esta era solamente la primera pieza. A través de los años, Dios continuó levantando profetas y gente escogida para revelar otras piezas. Cuando Jesús nació, casi todas las piezas estaban unidas, pero Dios dejó fuera algunas a propósito hasta el tiempo indicado. Aquellas piezas faltantes terminaron dejando a los demonios del infierno en completa oscuridad. Ellos no pudieron ver el panorama general.

1 Corintios 2:7–8 dice: “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria”.

Dios, en su sabiduría, reservó las piezas correctas hasta el tiempo perfecto, para que el enemigo no supiera lo que Dios planeaba. Incluso los demonios, en su ignorancia, se convirtieron en piezas clave de la escena, cuando Jesús resucitó de la tumba y los avergonzó (vea Colosenses 2:15). Debemos sentirnos más que agradecidos de que Dios no haya revelado todo a la primera.

Dios puede estar reservando algunas de las piezas de su vida en este momento a propósito. Pero si usted está fielmente comprometido con Él, el Señor lo conducirá y lo mantendrá en la ruta correcta. Sus pasos serán divinamente ordenados y el propósito se llevará a cabo sin la incorrecta interferencia de usted mismo, de otras personas o, incluso, del enemigo. Gracias a Dios por su sabiduría.

Si servimos a Dios incondicionalmente y con humildad todos los días, finalmente “armaremos” el rompecabezas de nuestra vida que el Señor ha diseñado perfectamente de acuerdo con su voluntad divina. Si continuamos uniendo las “piezas” con Dios, no nos perderemos el panorama general del “rompecabezas” terminado.

Recuerde que es pieza por pieza o paso a paso. Ahora hay muchas piezas faltantes y posiblemente no vemos muchas cosas terminadas, pero hay un panorama general en el proceso y todo lo que debemos hacer es concentrarnos en la pieza de hoy. A través de ese proceso finalmente uniremos todas las piezas de la voluntad de Dios para nuestra vida y todo el plan será completado. Algunas veces intentaremos colocar la pieza equivocada en un lugar, pero si nos mantenemos cerca de Dios, finalmente podremos armar las piezas correctas.

Tomado del libro La ruta divina por Brenda Kunneman

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