Muchas veces Dios tarda un tiempo en contestar nuestras peticiones. Queremos ver las respuestas inmediatas, estamos apurados, pero nuestra vida no es una carrera de velocidad,
sino una carrera de resistencia, en la que paso a paso debemos confiar en nuestro Padre Celestial.
«¡Todas esas personas están a nuestro alrededor como testigos! Por eso debemos dejar de lado el pecado que es un estorbo, pues la vida es una carrera que exige resistencia.» (Hebreos 12:1 TLA)
Y como dice esta
pequeña porción bíblica, no dejemos que nuestros pecados, nuestras ganas de hacer las cosas por nuestros propios medios y fuerzas, sean un obstáculo en nuestra carrera.
Al contrario, depositemos toda nuestra fe en Dios, y así dejemos que las demás personas vean todo lo que podemos lograr gracias a su poder.
No puedo prometerte, que en la vida nunca vas a cansarte o que nunca vas a fracasar. Pero si puedo prometerte que Dios va a cumplir lo que dice su palabra.
«El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.»
Isaías 40:29 (RVR)
Sin duda alguna, todos deseamos triunfar en esta carrera de resistencia llamada vida, pero nunca nos olvidemos que nuestra meta es el cielo.
El desafío es este: correr como tales ciudadanos celestiales, siendo luz en la tierra. Corramos con paciencia el camino que tenemos por delante, que a su tiempo, recibiremos todo lo que Dios tiene para nosotros.
«¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.»
1 Corintios 9:24 (RVR)