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87840060Los cristianos contamos con ciertos pilares sobre los que se afirman nuestras convicciones: El poder de Cristo como Salvador, la fidelidad del Espíritu que habita en nosotros, la certeza de las promesas divinas, y la infalible eficacia de la oración. El Nuevo Testamento nos enseña con respecto a una verdadera «seguridad eterna,» asegurándonos que a pesar de las debilidades, imperfecciones, desventajas o dificultades externas, el creyente puede descansar seguro y victorioso en Cristo. Como el Apóstol Pablo podemos exclamar: «¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquél que nos amó. Por lo cual estoy seguro que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.»

Ahora bien, hay tres puntos en cuestión para destacar, según Juan Wesley:

  • 1. Elección incondicional.
  • 2. Gracia irresistible.
  • 3. Perseverancia final.
Con respecto a la primera, Elección incondicional, creo lo siguiente:
Que Dios, antes de la fundación del mundo, eligió incondicionalmente a ciertas personas para realizar ciertas labores, como por ejemplo a Pablo para predicar el evangelio;
Que ha elegido incondicionalmente a algunas naciones para recibir ciertos privilegios especiales; en particular la nación judía;
Que ha elegido incondicionalmente a algunas naciones para escuchar el evangelio, como Inglaterra y Escocia, en la actualidad, y muchas otras en las edades pasadas;
Que ha elegido incondicionalmente a ciertas personas para disfrutar de muchas ventajas especiales, tanto en lo que respecta a lo temporal como a lo espiritual;
Y no niego (aunque no puedo demostrar que sea así) que ha elegido incondicionalmente a algunas personas a la gloria eterna.
Pero no puedo creer lo siguiente:
Que todos aquellos que no han sido elegidos así para la gloria deben perecer para siempre; o
Que haya un alma en la tierra que jamás haya tenido la posibilidad de escapar la condenación eterna.

Con respecto a la segunda, Gracia Irresistible, creo lo siguiente:
Que la gracia que produce fe, y por lo tanto salvación al alma, es irresistible en ese momento;
Que la mayor parte de los creyentes tal vez recuerden alguna vez cuando Dios los convenció irresistiblemente de su pecado;
Que la mayor parte de los creyentes descubre en algunas ocasiones que Dios actúa irresistiblemente sobre sus almas;
Y sin embargo creo que la gracia de Dios, tanto antes como después de esos momentos, puede ser y ha sido resistida; y
Que en general no actúa irresistiblemente, sino que podemos obedecerla o no.
Y no niego lo siguiente:
Que en algunas almas la gracia de Dios es a tal punto irresistible, que no pueden menos que creer y ser finalmente salvadas.
Pero no puedo creer:
Que deban perderse todos aquéllos en quienes la gracia de Dios no opera de esta forma irresistible;
Que haya un alma en la tierra, que no tenga, y nunca haya tenido otra gracia, que aquella que en realidad aumenta su condenación, y que estaba designada por Dios para que así ocurriera.

Con respecto a la tercera, Perseverancia Final, me inclino a creer lo siguiente:
Que existe un estado asequible en esta vida, del cual el hombre no puede caer; y
Que aquél que ha llegado a esto puede decir: «Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.»

Bibliogr.: Teología Sistemática, Pearlman

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