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Yo soy tuyo

Por Testimonio6 minutos de lectura
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Con sus palabras estremece el corazón de muchos de los que lo escuchan. Ya sea por medio de su música o a través de sus animaciones, los mensajes de Josué Iván González Zambrana, “Iván 2 Filoz”, se clavan como espadas penetrantes en la mente de quienes los reciben.

No es para menos porque desde pequeño Iván, nacido y criado en el seno de una familia religiosa, supo lo que es afrontar un panorama inestable y aun así mantener sus convicciones firmes. “Vivimos en tantos sitios diferentes desde Juana Díaz, Caparra, Luquillo, Canóvanas. Y en lugares pobres entre problemas de drogas y violencia. Hasta tuve amigos que murieron por sus malas decisiones”, explica Iván.

De pequeño iba a la iglesia junto a su familia y fue precisamente su mamá quien poco a poco comenzó a cultivar en él la vena artística. “Desde chiquito dibujaba y recuerdo que mami me ponía a cantar en actividades. Y hasta una vez escribió un rap que tituló ‘La Biblia’ para que yo lo cantara. Era usando la misma tonada de ‘La escuela’, de Rubén DJ, y aquello causó sensación. Por eso digo que mami fue una de las primeras propulsoras del rap cristiano en la Isla”, afirma entre risas.

Aunque por uso y costumbre accedía a cantar, dentro de él aún no había una inquietud que lo llevara a querer cultivar más allá su talento y a utilizarlo como vehículo de concienciación. Sin embargo, asegura que a los 14 años recibió un mensaje por medio de un sueño: “Tus palabras serán tan cortantes como una espada de dos filos”. No obstante, en aquel momento y por varios años más no pudo entender el significado oculto tras semejante revelación.

Fue entonces cuando una nueva mudanza le dio un giro definitivo a su vida. Sus padres se establecieron en Pennsylvania y allí su historia cambió. “Tuve muchos problemas con el idioma. Como no sabía hablarlo bien me aguantaba y cuando no entendía en las clases, no preguntaba. Eso hizo que bajara las notas y me desanimara”, relata Iván, quien explica que el dibujo se convirtió en un refugio en aquel momento.

Al graduarse de escuela superior su bajo promedio y su poco dominio del inglés lo obligaron a estar de trabajo en trabajo por dos años. A los 19, ya se encontraba empleado en una fábrica y sin ninguna aspiración. “Mi hermana Adianez, que es la voz de mi conciencia, me enfrentó y me dijo: ‘¿Qué vas a hacer con tu vida?’. Como sabía que me gustaba el dibujo me impulsó a que llenara la solicitud para ingresar al Instituto de Arte de Filadelfia. Lo hice más por ella, porque pensaba que no me iban a coger, pero por dentro estaba rogando que me escogieran”, revela.

Sin embargo, su intento rindió frutos. Fue aceptado en animación computadorizada y se lanzó a la aventura. “Todos los días tenía que caminar una milla y coger dos trenes diferentes para ir hasta el instituto y luego para regresar. Pasaba el día con $2.12 y comía un ‘hamburger’ a mediodía y otro en la tarde. Después, pega’o a las fuentes de agua to’ el tiempo. Trabajaba allí mismo y cuando salía me iba a la biblioteca a hacer mis trabajos porque no tenía computadora y estaba hasta las 12:00 o hasta que me botaba el guardia”, recordó.

Al pasar el tiempo, Iván fue conociendo otros estudiantes y formó el club “Colección Latina” a través del cual hacía labores de servicio comunitario, entre otras actividades. Aun inmerso en sus estudios y en los diferentes eventos del grupo, en su interior continuaba latente aquella revelación que recibió a los 14 años y se preguntaba si alguna vez se haría realidad.

Hasta que una noche dándole vueltas incesantemente a esta inquietud, comprendió que la llave para desatar las palabras cortantes estaba guardada en sus talentos para cantar, escribir y dibujar.

Entonces, fue como si un destello de luz lo iluminara. Inmediatamente, Iván comenzó a crear fusionando sus múltiples habilidades. Inspirado por esta nueva misión, encontró el empuje necesario para graduarse con el quinto “portfolio” más sobresaliente del instituto y se dedicó a desarrollar temas con capacidad para capturar el alma de quienes lo escucharan.

Basándose en aquella revelación creó el nombre artístico de “Iván 2 Filoz” y comenzó a llevar sus palabras a diversos grupos y escenarios. Incluso, llegó a impartir clases como profesor invitado en una institución de Ecuador en donde lo bautizaron como “el Maestro Rapero”. “A veces lo más malo que te puede pasar, resulta ser lo mejor. Si tú crees en ti mismo y dejas la bayoya, puedes superarte y llegar adonde quieras”, reflexiona.

Con su mensaje de superación ha logrado impresio


nar en diferentes lugares de Estados Unidos, Centromérica y Suramérica. No importa si está en un escenario ante una multitud o solo frente a su computadora dándole riendas sueltas a su ingenio, para Iván la misión de evangelizar late constantemente dentro de su humilde corazón.

ALMA VANESSA SÁNCHEZ / Especial para El Nuevo Día 
 Fuente: Facebook, Página de Iván 2filoz

Aquí les dejo uno de sus videos…

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