Amiga, no temas. Hay solución para tus conflictos
Encontrar solución para tus conflictos parece ser una urgencia
Hay temporadas en nuestra vida que parecen no tener paz. Los problemas se acumulan y nunca se terminan.
Contenido de esta publicación:
Afrontando la ausencia de paz: desafíos en la vida
Hace poco tiempo pasé por un largo proceso de salud durante el cual tuve que hacer reposo en cama. El dolor en mi columna se hacía cada vez más insoportable. Tomé distintas decisiones para calmar el dolor: masajes, medicación, distintas consultas al médico. Fueron muchos meses de buscar alivio sin encontrarlo.
Los médicos me daban medicación y terapias para mejorar mi estado, sin embargo nada me daba resultado. En la desesperanza, me preguntaba si alguna vez hallaría liberación o si este dolor sería mi compañero de por vida.
He llegado a preguntarme -¿alguna vez se me terminará el dolor? O tendré que convivir con él por el resto de mi vida?- Los conflictos se entrelazaban, dejándome sin respuestas claras ni consuelo.
La búsqueda de respuestas: conflictos inesperados
Así son los conflictos que aparecen inesperadamente. Vienen, se instalan, nos perturban, generan dudas y desesperanza.
De más está decir que las preguntas a mi misma no tuvieron respuestas.
Encuentro transformador: conversación con Jesús
Sin embargo, hallé un cambio radical cuando me sumergí en conversaciones con Jesús. Más que buscar explicaciones, descubrí un compañero en el sufrimiento y en la alegría. Abrir mi corazón y confiar mis debilidades y fortalezas a Él marcó la diferencia. En ese vínculo, cada problema encontró su solución, incluido el dolor constante que padecía.
Hablar con Jesús es contarle cosas, malas y buenas. Es abrir el corazón y confiarle las debilidades y fortalezas. Es refugiarse en Él y apoderarse de sus bendiciones.
Confianza y fortaleza: refugiarse en la fe cristiana
Resulta que mi dolor constante no era el peor de mis conflictos. Le confié cada uno de mis problemas, y cada uno encontró la solución. Aun, el dolor. Una acertada cirugía resolvió la lesión.
Quizás en tu vida diaria hay algo que te abruma. Mi experiencia me enseñó que hablar con el Señor puede transformar situaciones aparentemente imposibles. Descansa en la maravilla de su presencia y confía en que en Él, las respuestas y las soluciones se manifiestan.