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El arma más poderosa

Por Reflexión4 minutos de lectura
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¿Qué opinas cuando alguien habla de cambiar al mundo? Aun cuando estés de acuerdo con que al mundo le llegó la hora de una gran reconstrucción, probablemente podrías pensar que son mínimas las posibilidades de que tal cambio suceda. Sin embargo, cuando Dios alimenta un sueño, e inspira a un líder… bien, ¿quién sabe lo que puede pasar?
Por ejemplo, en 1774 un líder llamado John Adams declaró audazmente su visión de una nueva nación, una unión de trece estados independientes del Parlamento y del rey de Inglaterra. En contra de grandes obstáculos, sus palabras se volvieron verdad. Dos años después de su proclamación profética nacieron los Estados Unidos de América.
En 1789, William Wilberforce, de pie ante el Parlamento británico, clamó elocuentemente por el día en que hombres, mujeres y niños nunca más fueran comprados o vendidos como animales de granja. Su proyecto de ley fue derrotado cada año durante los siguientes dieciocho años, pero él continuó su campaña incansable contra la esclavitud. Finalmente, en 1833, cuatro días antes de su muerte, el Parlamento aprobó una ley que abolía completamente la esclavitud.
A finales del siglo XIX, dos hermanos, Wilbur y Orville Wright, anunciaron que había llegado la era de la máquina voladora, pero tuvieron 10 años de experimentos decepcionantes. Pero el 17/12/1903, los hermanos Wright hicieron historia cuando su pequeño biplano se despegó de la playa arenosa en Kitty Hawk, Carolina del Norte. Había nacido la era del viaje aéreo.
A principios del siglo XX, un industrial dinámico llamado Henry Ford se paró frente a su grupo de empleados y prometió hacer posible que la familia estadounidense promedio accediera al transporte automotor. La nación se rió en voz alta. Sin embargo, 15 años más tarde, millones de automóviles Modelo T de Ford habían sido comprados y vendidos a un costo de solo $290 cada uno.
En la década de los cuarenta, un joven evangelista llamado BilIyGraham tuvo un sueño radical. Él y unos cuantos compañeros de la universidad imaginaron estadios repletos, donde la gente alejada de Dios pudiera oír la proclamación del evangelio.
Hasta el presente año, 210 millones de personas han oído predicar en vivo a BilIy Graham, mientras que más de mil millones han escuchado al Dr. Graham presentar el evangelio por televisión y radio.
Por supuesto, ¿quién puede olvidar 1963? El Dr. Martin Luther King, hijo, se puso en pie en los escalones del monumento a la memoria de Lincoln en Washington, D.C., y pintó un cuadro de un mundo sin prejuicio, odio o racismo. «Tengo un sueño de que mis cuatro hijos un día vivirán en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter». Aun cuando el Dr. King fue cruelmente asesinado, su sueño continuó vivo.

Los líderes inspirados pueden en realidad cambiar sus mundos. ¿Qué tenían todos esos líderes en común? el arma más poderosa para el cambio mundial: visión. Lo que estos líderes tuvieron en común fue una visión convincente. Si sacamos la visión a un líder, le estamos cortando el corazón. La visión es el combustible que hace avanzar a los líderes. Es la energía que crea acción. Es el fuego que enciende la pasión de los seguidores. Es el llamado claro que mantiene el esfuerzo enfocado año tras año y década tras década, mientras las personas ofrecen su servicio continuo y sacrificado a Dios.
Proverbios 29:18 dice: «Donde no hay visión, el pueblo se extravía». No puede enfocarse, no puede alcanzar su meta, no puede seguir su sueño. Una traducción más antigua dice: «Sin visión, el pueblo perece». Lo he visto con mis propios ojos: la
gente sin visión pierde la vitalidad que los hace sentir vivos.

Bibliogr: LiderazgoAudaz, Hybells

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