Dios nos salvó y nos eligió para que seamos parte de su pueblo santo. No hicimos nada para merecerlo, sino que Dios, por su gran amor, así lo planeó. Dios ya nos amaba desde antes de crear el mundo, pues desde entonces pertenecíamos a Cristo Jesús.
La «vida santa» significa una vida con El en el centro de nuestro corazón. Cuando Jesús está en gobernando nuestro corazón, es fácil seguir sus caminos, guardar sus consejos, obedecer a su Palabra y vivir guiado por sus enseñanzas.