Skip to main content

Seamos sal: mujeres que llevan la sal de la vida

Por Investigación5 minutos de lectura

La sal a lo largo de la historia

Sal de la vida

Sal de la vida

La sal, la única roca comestible para el ser humano, ha tenido un lugar destacado a través de los tiempos. Ha marcado el desarrollo de la historia en diversas fases, moviendo las economías, siendo objeto de impuestos, monopolios, guerras, y aun, usada como un tipo de moneda. El «salario» era la paga que se les daba a los legionarios en el Imperio Romano. El valor que tuvo en la antigüedad ha dejado de ser tal hoy en día debido a la disminución de su demanda mundial para el consumo humano.

La sal en nuestra alimentación

Sin embargo, la sal sigue siendo un componente esencial en nuestras vidas, y su simbolismo en la Biblia es profundo y poderoso, especialmente para nosotras, las mujeres cristianas. La sal se puede emplear en la alimentación con dos objetivos diferentes: por un lado, su capacidad de realzar ciertos sabores hace que sea un condimento muy habitual; por otro lado, su capacidad de conservar alimentos hace que sea adecuado para la elaboración de salazones y encurtidos. En la época moderna, las dietas procuran incluir menos sal en sus composiciones. Además, los nuevos sistemas de conserva permiten evitar por completo el empleo de la salazón sobre los alimentos: refrigerados, al vacío, pasteurizados, etc.

La sal en la Biblia

En la Biblia, vemos que la sal era añadida a los manjares (Job 6:6) y a los sacrificios (Levítico 2:13). La sal era muy abundante en Palestina, incluso había un mar de sal, el Mar Muerto. En las costas del Mar Muerto se conseguía una sal de una calidad mediocre, después de la evaporación del agua salada. También se conseguía sal de la que se adhería a los acantilados. Los pueblos orientales a menudo la empleaban para ratificar las negociaciones, de modo que la sal se convirtió en símbolo de fidelidad y constancia.

En las ofrendas levíticas de cereales (Levítico 2:13) se utilizaba sal como preservativo para tipificar la naturaleza eterna del “pacto de sal” que existía entre Dios e Israel (2 Crónicas 13:5). La sal en la vegetación esterilizaba la tierra (Deuteronomio 29:23). Es por eso que la expresión “sequedades en el desierto” (Jeremías 17:6) era sinónimo de tierra salina y estéril (Job 39:6). Abimelec siguió una antigua costumbre al sembrar sal sobre las ruinas de Siquem (Jueces 9:45) como símbolo de perpetua desolación. Generalmente, se frotaba a los recién nacidos con sal antes de envolverlos con fajas (Ezequiel 16:4). Bajo Antíoco Epífanes, Siria impuso un impuesto a la sal, que se pagaba a Roma.

La mujer de Lot: una historia de sal

Durante el cataclismo que destruyó las ciudades de la llanura del Arabá, la mujer de Lot se demoró en la región maldita y fue transformada en una estatua de sal (Génesis 19:26).

Ser sal de la tierra: un llamado de Jesús

La sal, que da sabor agradable a los alimentos, es el símbolo de los hijos de Dios, cuya vida y testimonio deben ser llenos de sabor y atractivo. El Señor Jesús dijo a los creyentes que ellos eran la sal de la tierra (Mateo 5:13); deben tener sal en sí mismos (Marcos 9:50); su palabra debe estar siempre sazonada con sal (Colosenses 4:6). En efecto, no hay nada más llano, insípido e incluso mortífero, que los cristianos sin influencia, las vidas sin relieve, las palabras vacías de sentido: son cosas totalmente inútiles.

Para nosotras, las mujeres cristianas, ser sal de la tierra es un llamado a vivir una vida de impacto, a ser un testimonio vivo de la gracia y el amor de Dios. Se han hecho otras aplicaciones a este símbolo: así como la sal detiene la corrupción, los creyentes son un freno a la corrupción del mundo; si la sal provoca la sed, los cristianos auténticos deberían provocar sed de Dios en los que tienen a su alrededor.

Vivir como sal de la tierra

Jesús es nuestra vida. Negarlo con nuestra forma de vivir y de hablar, es manifestar que la sal que Él dice que somos, ha perdido su eficacia, se ha vuelto insípida, dejando evaporarse su actitud preservadora. Vivamos de tal forma, aferradas a Jesucristo, que alcancemos a quienes nos rodean con la «sal», la gracia de Dios.

Como mujeres cristianas, tenemos la responsabilidad de reflejar el amor y la gracia de Dios en cada aspecto de nuestras vidas. Ser la sal de la tierra significa ser agentes de cambio, de preservación y de sabor en un mundo que necesita desesperadamente el mensaje de esperanza y redención de Jesucristo.

La canción que nos inspira

La canción que podrás escuchar en este video del grupo The Radicalled Movement, dice en su estribillo:

 

Seré sal que da sabor,

seré la luz en toda la nación,

seré reflejo de tu grande amor.

Envíame a mí, úsame a mí, dispuesto estoy.

 

Esta letra es un recordatorio constante de nuestro llamado. Seamos mujeres que llevan la sal de la vida a cada rincón, iluminando con la luz de Cristo y siendo reflejo de su amor incondicional.

Bibliogr. Diccionario Certeza
Wikipedia

One Comment

Deja un comentario

error: Contenido protegido !!
Don`t copy text!